"ËSTE METIÓ LA PATA Y NO NOS VAN A DAR NADA". Por Eleodoro Padlog.



Viví durante 10 años en mi querido pueblo Las Moscas. Allí coseché los mejores amigos de mi vida: no sólo con los jóvenes con quienes compartí muchas anécdotas sino también con familias enteras con las que me sentía como en mi casa.

Ante todo daré un pequeño pantallazo sobre cómo se conformaba el pueblo: contaba con más o menos 800 habitantes, no tenía ningún servicio público, como ser luz eléctrica, no contaba con Junta de Gobierno, las autoridades estaban constituidas por la policía y el alcalde, y éste se encargaba en anotar los nacimientos é intervenir en conflictos menores.

Las personas importantes eran el médico, el director de la escuela, el jefe de estación y alguno más por mérito propio.

Lo que relataré es basado exclusivamente en base a memoria, nada documental. Las Instituciones: la más importante era el hospital. La escuela contaba con un edificio reducido y parte de las clases se desarrollaban en lugares alquilados en distintos puntos del pueblo. La comisaría consistía en un rancho de barro instalado en una esquina de la estancia Lionel, a la entrada oeste.

El pueblo no contaba con mantenimiento de calles ni recolección de residuos; los medios de comunicación estaban formados por el teléfono provincial, que funcionaba en horario reducido. El ferrocarril era el único medio de transporte público y había un servicio telegráfico. Un colectivo circulaba desde Concepción del Uruguay a Villaguay... cuando no llovía.

Algunas anécdotas que me han contado: Las Moscas contaba con un médico y una botica pero no había una sala de primeros auxilios, lo que dejaba desprotegida a la gente de escasos recursos, que se veía obligada a recurrir a la medicina casera o a la asistencia de los curanderos.

Varios vecinos preocupados por semejante carencia pidieron una audiencia con el gobernador Héctor Domingo Maya, peronista, y eligieron a tres personas para la entrevista, dos integrantes del partido y un radical. Ninguno de ellos tenía demasiada preparación. 

El Gobernador los recibió y les preguntó sobre el problema que los aquejaba; el radical, que era una persona que le gustaba darle a la lengua, se expresó de la siguiente manera: "Señor Gobernador, ante todo le voy a ser sincero, yo soy radical, no vengo por asuntos políticos sino por una necesidad de nuestro pueblo: necesitamos una sala de primeros auxilios para poder atender a la gente pobre". 

Contaban los asistentes peronistas que al escuchar la manifestación del compañero, se codearon y dijeron: "éste metió la pata y no nos van a dar nada", pero el Gobernador escuchó atentamente y respondió: "No les voy a hacer una sala de primeros auxilios, les haré construir un hospital". 

Así fue que en poco tiempo se construyó el Hospital Coronel Pringles.


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