La historia
ocurrió en el barrio María Goretti, de Concordia. El canillita, llamado Luis
Alberto Decoud, comprobó que la billetera tenía tarjetas de crédito, carnets,
otros documentos y algo de dinero, y no dudó en que debía devolverla lo más
pronto posible. El problema es que, aparentemente, no sabía adónde llevarla.
Entonces hizo
varios carteles escritos con birome y los pegó en todos los lugares que pudo. Además
les preguntó a sus clientes si por casualidad conocían a un tal Lucas que había
perdido una billetera.
Una vecina
recordó haber escuchado algo sobre el tema y poco después se comunicó con Rosita,
la madre de Lucas, para transmitirle lo que le había dicho el vendedor. Con
esos datos, Rosita esperó a que el canillita pasara por su casa y le consultó
si era él quien había encontrado la billetera. Luis Alberto le contestó que sí,
y de ahí en más sólo hubo que coordinar la hora, el día y el lugar de entrega
del objeto perdido.
"Luis es un
hombre laburador y sobre todo, de buen corazón. Dicen que ya no queda gente así
pero mí me consta que eso no es tan cierto", dijo Lucas, consultado por
diario Río Uruguay después de que la noticia excediera los límites del barrio y
se hiciera conocida en toda la ciudad.
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