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El cardenal amarillo, en peligro de extinción y muy cotizado en el mercado negro


El cardenal amarillo tiene unas cuantas diferencias con su primo de plumaje rojo y blanco. Para empezar, está en peligro crítico de desaparecer. El Plan Extinción Cero, una lista roja confeccionada este año por la Dirección de Fauna Silvestre del Ministerio de Ambiente, lo ubica entre las siete especies más amenazadas de la Argentina junto al yaguareté, el venado de las pampas, el macá tobiano de la Patagonia y la ranita del Pehuenche, un pequeño anfibio mendocino con la tragedia de tener un hábitat natural de apenas nueve kilómetros cuadrados amenazado por una obra caminera.



Los expertos en aves hablan de unos pocos cientos que quedan en estado salvaje, con esfuerzos conservacionistas tanto aquí como Uruguay. Oriundo de los espinales, montes y pastizales pampeanos, el cardenal amarillo vio sus números brutalmente reducidos por el avance de la frontera ganadera que taló los árboles donde construía sus nidos. Sin embargo, su canto, particularmente dulce, es su mayor problema.

Los dueños de ejemplares suben videos a Youtube mostrando cómo silban sus cardenales cautivos; los coleccionistas, en un hobby frecuentado por hombres de avanzada edad, montan pequeños duelos para ver qué pajarito canta mejor. Algunos pocos criaderos se dedicaron a producirlos a lo largo del tiempo. Fuentes en organismos como UFIMA, el ala de la Procuración encabezada por el fiscal federal Ramiro González hablan de etiquetas de más de cien dólares para un cardenal amarillo de cautiverio.



Sin embargo, los que nacieron libres son los más deseados. El departamento de Delitos Ambientales es el área de la Policía Federal dedicada a combatir el tráfico de fauna entre otras violaciones a la ley. Voces policiales apuntan que un ejemplar puede costar desde 2 mil hasta más de 10 mil pesos, dependiendo del color de sus plumas y su voz, las típicas normas para tasar a cualquier pájaro traficado.

En la Argentina, capturar y vender un pájaro autóctono es un delito federal penado por la Ley de Fauna, la número 22.421, con un máximo de dos años de cárcel. (Fuente: Infobae).

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