"Había hace algunos años un puentecito de piedra"

Por Manuela Chiesa de Mammana (*)

       En una esquina del pueblo había hace algunos años un puentecito de piedra. (Eufemismo por alcantarilla primitiva). Primero aparecía la esquina chata y amarilla y enseguida el zanjón que dividía la calle. Las veredas y los paredones aledaños eran también grises y chatos. 

      ¿Dónde empezaba su trayectoria? ¿En esa esquina anodina? ¿En la mugrosa calle que llevaba al este? ¿En los faroles rezagados donde un vaho grasiento les empañaba los vidrios?

      Algo lo hacía único. Como si al evocarlo pensáramos en un puentecito de piedra con graciosas barandillas de estilo rococó. Pero no era así. Simplemente, el puente servía para unir las calles de tierra, sobre todo cuando llovía y el barro se volvía pegajoso. Además la gente lo usaba como un mojón que separaba la zona urbanizada de la menos urbanizada. Todas funciones prosaicas y opacas, pero funcionales al fin.

      Un día la lucidez que brinda la lejanía me mostró lo que buscaba. El tranquito de la vieja carreta demorando su paso por la calleja abovedada dibujó íntegramente el pueblo que preanunciaba el puentecito. Era como la llave de llegada a una primitiva sociedad que dejaba atrás, y para siempre, la bucólica colonia que lo vio nacer.




(*) El texto forma parte una serie de cuentos y retratos del antiguo Villaguay. 

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