Estremecedores relatos sobre los maltratos de una monja en Mendoza


El Instituto Próvolo de Mendoza, escuela para niños hipoacúsicos, estuvo en el centro de la escena cuando se supo que había en su interior material pornográfico en las computadoras de curas acusados de abuso. En ese marco, se supo que una monja llamada Kumiko Kosaka torturaba a los menores que asistían a la escuela.

Desde su arribo, Kumiko era una de las encargadas de cuidar a los alumnos fuera del horario de clases. De hecho, en ningún momento ejercía funciones docentes. Una vez que estalló el escándalo por el que quedaron presos los sacerdotes Nicola Corradi -82 años-, Horacio Corbacho -56-, el celador Luis Ojeda -50-, el monaguillo Jorge Bordón -55- y el jardinero Armando Gómez -46-, la figura de Kosaka parecía representar un papel secundario en la terrible historia.

Sin embargo, todo dio un vuelco a inicios de marzo, cuando se realizó la ampliación de la declaración de una de las chicas abusadas en el instituto. Fue entonces cuando se destapó la pesadilla por la que la monja hacía pasar a los alumnos del colegio.

“Es paradójico, pero representaba la imagen de un verdadero demonio para el Próvolo. Según lo que contaron las víctimas, fue partícipe de los hechos más aberrantes que se registraron en el lugar”, le afirmó a Infobae Carlos Lombardi, el abogado civil de varias víctimas del caso.



El testimonio que disparó el infierno de la monja fue el de una joven que aseguró haber sido violada por varios sacerdotes a sus cinco años y que afirmó que la propia Kosaka era la encargada de ponerle los pañales a ella y a otros alumnos abusados para intentar así disimular los sangrados. “Cuando mi hijo vio su rostro en la televisión, comenzó a golpearse la cara. Allí le contó a su padre que le había golpeado y había hecho lo mismo con otros chicos”, afirmó la madre de una de las víctimas.


De acuerdo con los testimonios de los damnificados, no se comprobó que la japonesa fuera partícipe directa de las vejaciones sexuales contra los alumnos, pero sí se reveló que cumplía un rol principal en todo el sistema de los abusos: “Era tan siniestra que esta mujer era la encargada de seleccionar y ‘entregar’ a los alumnos más débiles a esos curas para que cometieran los abusos”. Según los abogados de las víctimas, la japonesa era responsable de tantear la resistencia de los niños mediante golpes y así poder identificar a los más “sumisos”.

Como si fuera poco, en las últimas semanas se sumó el testimonio de otra joven, que aseguró que Kosaka la obligaba a ella y a sus compañeros a comer hasta vomitar en su propio plato. (Fuente: Infobae).

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