"Ella se metía en medio de la pelea, revolver en mano, y gritaba "¡Paren carajo!"



La historia de 'La Turca María' 

El siguiente artículo está basado en un texto de autor desconocido, escrito hace ya varios años, que circuló en las redes sociales durante los últimos días (ver aparte). Allí, el narrador describe en primera persona los acontecimientos de la vida de Marián Jacobo, una inmigrante de origen sirio apodada 'La Turca María', cuyo almacén del distrito Raíces fue tan popular que terminó legándole su nombre a esa zona del departamento Villaguay. 


En Raíces Oeste, sobre la ruta 18 [en cercanías del arroyo Las Macieguitas y del camino que va a Cantina Bonaldo y a María Grande], se ven partes de caseríos asentados en barro que alguna vez pertenecieron a un antiguo almacén de ramos generales que le dio nombre a ese paraje: 'La Turca María'. 

Enfrente, cruzando la ruta 18, hay actualmente un negocio de bar y carnicería. Yo fui hasta allí. Entré, saludé a los parroquianos y pregunté si alguno de ellos me podía contar quién había sido La Turca María. Un paisano me señaló a un anciano que estaba apoyado en una esquina del mostrador: me le acerqué y repetí mi pregunta. Él me extendió su mano, sonrió y me dijo: "Pero cómo no la voy a conocer si yo soy el hijo de ella. Mi nombre es Gabriel Chahá".

Me contó que el nombre de su madre era Marián Jacobo, nacida en el pueblo de Sergaia, República Árabe de Siria, en 1877. Ella, según me dijo, había llegado a la Argentina huyendo de la opresión otomana, como tantos otros paisanos sirios y libaneses. Se había casado muy joven con Amado Chahá. La describió como "inquieta y decidida".

Inicialmente, Marían y su marido adquirieron una casa en calle Paso, frente a la casa de un escribano de apellido García, en la ciudad de Villaguay, e instalaron allí un comercio de verdulería y frutería. Ella era prima del comerciante Ralli Jacobo, dueño de un comercio de ramos generales en la esquina de Colón y Rivadavia, en el centro de la ciudad.

En 1921 hicieron una visita a la casa de unos paisanos árabes en Mojones Sur y les gustó mucho la zona: poco después compraron el predio donde funcionaba la antigua escuela Nº21 e instalaron allí un almacén de ramos generales. No les fue fácil, pues tuvieron que lidiar con hombres de todas las costumbres: peones de estancias, troperos y "menchos golondrinas", la mayoría analfabetos, que acostumbraban tomar algunas copas de más y no dudaban en trenzarse en peleas con poncho y cuchillo por cualquier malentendido.

Ella siempre demostraba gran coraje ante esas situaciones: se metía en medio de la contienda, revolver en mano, y gritaba "¡Párense carajo! Yo soy la Turca Maria y a mí me van a respetar". Y efectivamente, todos la obedecían y el lugar recobraba su normalidad.  "Si habré llorado cuando era gurí porque mi madre se metía a separar peleas: gracias a Dios, nunca le pasó nada", contaba su hijo.

Doña Marián solía vestir botas, un amplio vestido debajo de las rodillas, pañuelo en la cabeza y un delantal a pintitas con dos grandes bolsillos en la parte delantera. Allí era donde solía llevar el arma de fuego, y lo hacía porque consideraba que era la única manera de hacerse respetar y defender a su familia y sus bienes en esos lugares de montes y soledad. Era una mujer de buen corazón que ayudaba a la gente necesitada y que reaccionaba con energía cuando querían abusar de su bondad o incluso cuando se burlaban de su forma de hablar. No dejaba que le faltaran el respeto.

Además era siempre requerida por apurados maridos para oficiar de comadrona partera y así fue que ayudó a traer al mundo a muchos gurises de la zona. Hizo 'gauchadas' durante toda su vida: ayudó a mucha gente sin cobrar dinero alguno.

En 1948, a los 71 años, vendió todo lo que tenía en Mojones Sur y compró un pedazo de tierra sobre la ruta 18: allí fundó su almacén de ramos generales 'La Turca María'.

Por entonces, la ruta 18 tenía tramos de tierra y era imposible de transitar en días de lluvia. Los colectivos, camiones y otros transportes solían quedar empantanados y había que sacarlos con tractores o caballos con arneses especiales. Los pasajeros debían pernoctar en los ranchos de La Turca Maria y quedaban agradecidos por la amabilidad y hospitalidad de esta buena mujer, que nunca les cobraba la estadía.

Doña Marián quedó viuda en la década del 60 y fue padeciendo los achaques de su vejez, cada vez con mayor intensidad. Murió el 7 de octubre de 1972, a la edad de 95 años, en el hospital Santa Rosa de Villaguay.

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"Yo tenía guardada esa nota desde hace muchos años"

El texto en el que se basa esta nota circuló durante los últimos días en las redes sociales. Fue recopilado por Enrique Rodríguez, un hombre que vive actualmente en Concordia pero es oriundo de Raíces y, de hecho, tiene una página de Facebook, muy recomendable, llamada 'Raíces Este Colonia Ocifial', que publica fotos y textos relacionados a esa zona del departamento Villaguay.

En diálogo con EL PUEBLO, Enrique dejó en claro que él no escribió el texto sobre la Turca María sino que sólo se limitó a reproducirlo. "Yo tenía guardada esa nota desde hace muchos años. La encontré en internet y no tengo ni idea quién la escribió", le contó anoche este diario. Respecto a la foto de la Turca jugando a las cartas, Enrique dice que la obtuvo de una chica llamada Silvia Barreto Abrigo, del distrito Raíces.

También recordó haber conocido al Turco Yuran (o "Gabriel"), hijo de la Turca María, porque "él iba al negocio de mi padre a jugar a las bochas, a la taba y a las carreras de caballos".

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