Una cuestión de sentido común

Por Bebe Contepomi (*)

No soy intendente. Si gobernara una ciudad de 120.000 habitantes y supiera que van a venir 300.000 personas juntas en un día a ver un recital, me encargaría de que haya disponible hospedaje para los visitantes: hoteles, campings, casas de vecinos en alquiler por la noche y hasta coordinaría y pediría ayuda previa a ciudades vecinas.



También creo que averiguaría cómo van a llegar a la ciudad esas 300.000 almas y cómo se van a ir cuando termine el show. No confiaría en las centenas de transportes ilegales e irresponsables que, todo el mundo sabe, usa la gente para llegar a estos conciertos.

Pensaría en un plan de contingencia, en infraestructura de transporte, con más frecuencias de trenes y micros para que todos puedan volver a sus casas. Pensaría cómo darle de comer al triple de personas de las que habitualmente viven en mi ciudad. Hablaría con la policía para contar con un plan de control de acceso a la ciudad. Pediría muchos refuerzos de seguridad sabiendo que en semejante multitud siempre hay vándalos y delincuentes que aprovechan la confusión y la alegría de miles.

No soy productor de shows. Pero si organizara un recital para 170.000 personas me aseguraría de que no entren 300.000. Pondría controles lejos del predio y no dejaría pasar a personas sin entradas. Haría cacheos en los ingresos para que la gente no entre con cuchillos ni botellas. Señalaría bien, con carteles luminosos, los caminos de ingreso y egreso, más si supiera que la gente tiene que caminar 60 cuadras para entrar y salir del lugar del show, más aún por calles desconocidas para la gran mayoría. Pondría baños químicos para que todos puedan hacer sus necesidades dignamente.

No soy jefe de policía. Pero si me dijeran que 300.000 personas se van a movilizar por una ruta de mi provincia, casi todos a la misma hora, pondría muchísimos controles para que la congestión sea la normal para ese caso, pero sin incidentes ni faltas de tránsito. Pondría puestos de control para evitar que gente alcoholizada maneje.

No soy cantante. Pero si me vinieran a escuchar cantar 300.000 personas, como mínimo antes de subir al escenario, les preguntaría al intendente de la ciudad, al productor del show y al jefe de policía si está todo en orden y bien organizado. Y si es así, subiría al escenario y me preocuparía de dar lo mejor y que la gente la pase bien. No le pediría a la gente que se cuide entre sí, le exigiría al productor y al intendente que sean ellos los encargados del tema. Y si supiera que habitualmente vienen miles a verme sin entradas, pediría públicamente y con tiempo suficiente que no lo hagan.

Sí soy público asiduo de recitales de rock, pero nunca fui con mi hijo de un año a un show. Siempre trato de divertirme sin lastimar al que tengo al lado. Trato de organizarme en todos los sentidos; como mínimo, sé perfectamente cómo voy y cómo vuelvo. Y nunca voy a un recital sin tener la entrada.

Es verdad lo que leí por ahí: la música no mata. El rock no mata. Los trenes no matan. Las vías no matan. A los argentinos, a veces, nos matan los argentinos. (Fuente: La Nación). 

(*) El autor es periodista de rock

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