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Amor desenfrenado: la conoció, canceló su boda y se fue a convivir con ella


Un jueves quedó flechado; al miércoles siguiente ya había cancelado su boda, cortado una relación de años y se había ido a convivir con ella: ¿podría una relación tan vertiginosa subsistir?


A veces, los días transcurren similares, entre las rutinas, los paisajes familiares y las caras de siempre. Fluyen de manera tal que pareciera que nada distinto fuera a ocurrir hasta que, de pronto, todo cambia. Una simple mirada, por ejemplo, es capaz de desencadenar sucesos inesperados y torcer el curso de la historia para siempre. Aunque para Claudia, una chica que por aquellos días se dedicaba a tomar pedidos en los kioscos de barrio, ese tipo de eventos extraordinarios les tocaba a otros. Pero no le importaba; lo único que ella quería en ese momento de su vida era encontrar un poco de paz. Una paz que se le escapó por completo el día que se cruzó con Esteban.

Él la vio ahí, paradita al lado de otra chica y de la dueña del local. El tiempo se detuvo; para Esteban, sólo ella estaba en movimiento. Observó cada uno de sus gestos, su sonrisa, su piel, sus manos y enloqueció a tal punto que supo que no podía irse de ahí sin saber quién era; tenía que hablarle, tocarla y conocer cada detalle de su vida. Por eso ni lo pensó, se acercó decidido y la invitó a un cumpleaños. Claudia aceptó con algunas dudas y sin considerarlo una propuesta romántica. Aparte, la hija de la dueña del kiosco también iría. Ella necesitaba salir, despejarse, divertirse y olvidarse de su último noviazgo de dos años; una relación donde ella era "la novia de" y en donde cada día debía mendigar amor. La experiencia la había desgastado y se encontraba sin energía para estar con nadie.

Pero a pesar de que no quería saber nada con los hombres, en aquel cumpleaños, Claudia y Esteban se besaron. Era jueves y, en un abrir y cerrar de ojos, todo se había trasformado de una manera inesperada. Y fue mágico; tanto que los besos vinieron con mariposas y todo. ¿Quién era ese hombre que la hacía sentir tan viva? Tal vez sí quería volver a amar, tal vez sí necesitaba abrazos, caricias y volver a creer. Sin racionalizarlo mucho más, los dos, sumidos en ese abrazo, se dejaron llevar por el hechizo de la noche y se enamoraron.
¿Otra vez complicaciones?

Pero los sucesos inesperados suelen atraer otras sorpresas. Al día siguiente, viernes, a Esteban le tocaba salir con su novia y, por supuesto, esa mujer no era Claudia; era una chica con la cual llevaba saliendo 5 años. Pero como si ese detalle no fuera lo suficientemente grave, las cosas se complicaron aún más. Esteban no sólo tenía novia, sino que ya tenía todo su casamiento organizado, con alianzas incluidas.

Claudia se enteró ese mismo fin de semana. "Tengo novia", disparó él de pronto y todo ese mundo suyo de fantasía y de ganas de volver a creer en el amor se cayó a pedazos. "Otras vez complicaciones, ¿otra vez todo mal?", se dijo decepcionada. Ella venía de una infancia muy complicada, muy cansada de su última relación y con un miedo profundo a repetir el patrón. Pero Esteban también venía de un pasado triste y anhelaba el verdadero amor tanto como ella y, por eso, optó por no soltarla. Al lado de ella se sentía distinto, como si la conociera de otra vida. Parecía una locura, pero cuando estaba con Claudia, él sentía amor.
Patear el tablero por amor

Lunes. Esteban tomó de la mano a Claudia y juntos entraron a la casa. "Mamá, te presento a mi novia", sentenció él con voz firme. La madre empalideció a tal punto que creyeron que se iba a desmayar. Claudia miró a Esteban con la misma sorpresa y le susurró por lo bajo: " Si querés que sea tu novia, dejá a tu novia". Y así fue.

Para el miércoles ya vivían juntos. No tenían nada y ese día tiraron un colchón de una plaza y media en el piso, pidieron pizza y comieron a la luz de una vela. ¿Cómo habían llegado ahí en tan solo 5 días? No importaba, se habían buscado toda su vida, se encontraban en paz, se amaban. Esteban y Claudia al fin sentían que la vida les había compensado toda esa tristeza vivida en sus infancias.

A las dos semanas de mudarse, le dijeron a sus padres que se iban a casar y a los dos meses concibieron a su primera hija, Camila; unos años después llegó Lucía al mundo.

Sí, parecía una locura, pero desde entonces ya pasaron 14 años y se aman como el primer día. (Fuente: La Nación).

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