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Pedro Luis Raota sigue dando que hablar: le dedicaron una nota en la revista de Mercedes Benz


En una de sus últimas ediciones, la revista editada por la filial Argentina de la automotriz Mercedes Benz publicó una extensa nota sobre Pedro Luis Raota, que incluye un repaso de su trayectoria y el testimonio de su hijo, José Luis. 


"La fotografía argentina tiene exponentes a lo largo de todo el país y en todas las épocas, pero hay uno que merece un apartado especial. Pedro Luis Raota es considerado uno de los grandes del continente. Su particular estilo lo llevó a ser el fotógrafo más premiado del país", dice el artículo.


Raota nació el 26 de abril de 1934 en Presidencia Roque Sáenz Peña, provincia de Chaco, en el seno de una familia de agricultores. Siendo muy joven desechó la idea de dedicarse a las tareas en el campo y también su proyecto de estudiar abogacía: optó en cambio por vender su bicicleta para comprar su primera cámara y vivir de ella sacando fotos carnet.

Luego se mudó a Villaguay para hacer el servicio militar y pronto consiguió que el fotógrafo del Regimiento lo dejara acompañarlo y de paso le transmitiera algunos de sus secretos. Después se topó con el fotógrafo local Quique Fabre, quien le enseñó alguna de las técnicas que lo llevarían a ganar su primer premio en 1958 en un concurso en Villaguay. Con aquel reconocimiento, el joven entusiasta fue por más y se animó a enviar sus trabajos a Buenos Aires, donde recibieron su material con beneplácito y lo invitaron a formar parte de una exposición.

La convocatoria desde la capital motivó a Raota a presentar sus fotografías en toda exposición nacional e internacional que aparecía y estaba a su alcance. En 1966 recibió el primer reconocimiento internacional al quedarse con el premio mayor en el concurso fotográfico organizado por la revista española 'Mundo Hispánico', cuyo tema era 'Vida y Costumbres del Gaucho de la Argentina'. En 1967 obtuvo el segundo lugar en la muestra 'Fotografías Insólitas' en el marco del Festival Cinematográfico de Cannes. Un año más tarde, en 1968, recibió en Buenos Aires el Trofeo Cóndor de la Federación Argentina de la Fotografía.

Con el correr de los años fueron llegando elogios y premios desde distintos rincones del planeta: Italia, Sudáfrica, Inglaterra, Francia, Australia, Austria, Portugal y Hong Kong, entre otros. En   1969 fue elegido en La Haya como el mejor reportero gráfico del mundo. Pero el máximo reconocimiento llegaría en 1979 cuando sus obras fueron incluidas en el Salón de la Fama por el Permanent Collection Photographic Society of America. Raota conquistó alrededor de mil trofeos y distinciones en todo el mundo: expuso en países remotos donde ningún fotógrafo argentino había llegado.


En una entrevista citada por la revista de Mercedes, el propio Raota recuerda: "Cuando era muchachito, soñaba con ser campeón de atletismo y era bastante bueno en los 1500 metros llanos. Nunca me imaginé llegar a campeón en este oficio donde la única que corre es la cámara".

"Yo cuando voy a sacar una foto ya llevo una idea prefijada. Si me dicen por ejemplo 'usted va a viajar a Israel', no espero a enfrentarme a ese escenario sorpresivamente para que se me venga encima o para ir apretando el disparador al azar. Yo pienso qué es lo que me interesa a mí del lugar. Pienso quizá, por decir algo, en un soldado joven en la frontera del desierto, en un poblador originario curtido por el viento y el sol, en el contraste entre el Israel de ayer y el de hoy. Entonces comienzo a dibujar una escena con esos elementos, los voy estampando imaginariamente, tal como me gustaría encontrarlos. Después, trazados los personajes y la situación, viajo al lugar y busco esa imagen: la busco hasta encontrarla. Esto no quiere decir que súbitamente no se produzca otro hecho que me interese pero sin olvidar esa columna vertebral que yo mismo me he propuesto", agrega el fotógrafo.

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Recuerdos de mi padre

La nota de la revista de Mercedes Benz incluye un testimonio de José Luis Raota, acerca de su padre.

"Horas y horas hasta conseguir la toma deseada. El sabor amargo de la goma del papel que sellaba el rollo para luego ser revelado. El cuarto oscuro, la mezcla de líquidos para lograr el efecto deseado y las maldiciones en varios idiomas cuando esto no pasaba. La claraboya, ese ojo de acrílico que derramaba una luz indirecta que lo tornaba todo mágico. La espera interminable y al final la mesa con miles de imágenes desplegadas sobre ella", recuerda José Luis.

"Aquel hombre que me presentaba como su hermano por el gran parecido físico y que desafiaba todo principio de juventud. Un hombre de ideas y luego desarrollos, un hombre capaz de transmitir todos los sentimientos en una sola toma", agrega el sucesor del fotógrafo villaguayense que fue sin dudas el mejor del país y uno de los más destacados a nivel mundial.

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