Uno de los denunciantes de Moya, entre "la felicidad y la calma" por el procesamiento de Ilarraz

"Esto me ayuda emparchar mi fe" 

      En un escrito difundido ayer, uno de los denunciantes del sacerdote Marcelino Moya por abuso sexual declaró que el reciente procesamiento del cura Justo José Ilarraz, también involucrado en un caso de pedofilia, le produce "no sólo felicidad sino también calma" y le ayuda a "emparchar" su fe.


      "Hoy es sólo confirmar la percepción que sentí en junio del 2015, cuando denuncié a Moya: hay personas íntegras construyendo un mundo mejor, poniendo las cosas en su lugar, dando esperanza a las víctimas y juzgando a estas bestias perversas. Este fallo no sólo me produce felicidad, sino también calma. Permite de alguna manera intentar emparchar mi fe”, recalcó el hombre, identificado como "PH", en una nota publicada por el sitio Entre Ríos Ahora

      "Hay una justicia humana y consciente que dice: 'Con los niños, no'. Eso es algo que todos deberíamos tener claro a esta altura de la historia", agregó.

      Respecto a las autoridades eclesiásticas, aseveró: "El obispo Puiggari visitó Villaguay en diciembre del año pasado con el pretexto de echar luz sobre la situación judicial de integrantes del clero. Pero en su relato divagó sobre la justicia divina, la de los tribunales y la de Roma. Llenó el tiempo de palabras y mentiras, sin decir nada, en un fallido intento de confundir a los parroquianos que asistieron de buena fe a ese encuentro".

      “La sorpresa, ahí, estuvo en la respuesta de la gente, que se ha despertado. La sorpresa está también en el valor de un puñado de curas que actúan con amor pleno por el prójimo, que transforman en acción las palabras de Cristo, mas allá de la obediencia institucional, y que intentan hacer de su culto un espacio de transparencia, coherencia y reparo para todos”, destacó "PH".

      "Es hora de quitar el manto de silencio que cubre los abusos sexuales, sea en el contexto que sea: escuelas, clubes, familias, el que sea. Estar cerca de nuestros hijos, sobrinos, ahijados, alumnos, etcétera: siempre alertas, escuchándolos, indagando, no confiando en demasía de los adultos que los rondan. Hablar, hablar y hablar del tema, educar".

      "La única manera de resolver esto es previniéndolo. Cuando un adulto abusa de un menor, haciendo uso de esa asimetría que lo beneficia en forma impune y cobarde, el daño ya está hecho", remarcó.  
      "PH" fue alumno del Instituto La Inmaculada y miembro del grupo de jóvenes de la iglesia Santa Rosa. El año pasado decidió denunciar a Moya por los abusos a los que lo habría sometido hace más de 20 años, a principios de los 90, en las propias dependencias de la parroquia.

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 El denunciante reconoció "el valor de un puñado de curas que actúan con amor" para esclarecer los casos de abuso en el seno de la iglesia.


      

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