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Ahora arrestaron a una curandera de 74 años por el caso de la avioneta narco


El juez federal Leandro Ríos la imputó porque, en su calidad de guía espiritual, estimuló a los dueños del campo, los hermanos Ghibaudo, a concretar el negocio con la banda narco. Es decir, no como parte de la organización con la que no tuvo ningún contacto, sino en ese rol específico. La mujer de 74 años quedó detenida la semana pasada y ayer le otorgaron el arresto domiciliario. En su declaración negó todo tipo de vinculación con el narcotráfico.


La curandera vive en Paraná y se dedica a sanar con la palabra y a rezar por sus clientes. Entre los creyentes que acuden a ella, están los hermanos Omar y José Ghibaudo, dueños de un campo en Colonia Avellaneda y otro en María Grande. Los productores agropecuarios habrían tenido serias complicaciones económicas en el último tiempo y cada cuestión relativa a su trabajo era motivo de consulta con la señora.

Al parecer, entre estas decisiones consultadas a la curandera estuvo la operación narco que se produjo el domingo 28 de mayo, en el campo de Colonia Avellaneda, donde habían aplanado una parte del terreno a modo de pista de aterrizaje.

Aquel domingo en horas de la tarde, efectivos de la Delegación Paraná de la Policía Federal, con grupos especiales, truncaron el trasbordo del cargamento de la droga que había llegado en una avioneta desde Paraguay y aterrizó en el mencionado campo, cerca del arroyo Las Conchas. Allí detuvieron a José Marcial Caballero, un operador de la banda liderada por Daniel Celis y su hermano Miguel. También apresaron a los hermanos Ghibaudo, y al empleado de estos, Luis Orlando Céparo.

Los Ghibaudo no eran parte de la organización narco, sino que les imputan haber acordado con sus integrantes el negocio de facilitar el lugar para aterrizar la aeronave. Y, al parecer, consultaron a su guía espiritual por esta operación comercial, al igual que lo hacen para cualquier otra actividad.

Es decir, la mujer los asesora o aconseja ante eventualidades de la agricultura o la ganadería, para la cosecha de sorgo o cuando tienen a un animal enfermo, por ejemplo, y su palabra en ellos tendría un peso determinante.

En este sentido, la curandera quedó implicada en el caso a partir de los contactos telefónicos con los Ghibaudo, cuando por este medio le realizaban distintas consultas. Y una de estas fue sobre la llegada de la avioneta. Según la imputación, la palabra de la curandera fue determinante para que los dueños del campo concretaran el negocio, aconsejándole que se mantuvieran en silencio.
En este sentido, el juez imputó a la señora que, "mediante diversos asesoramientos telefónicos y consultas personales en su domicilio, determinó a los hermanos Ghibaudo para que se decidieran a realizar el aporte a la actividad ilícita organizada que les ha sido imputada, influyendo en la elección de pistas o áreas de aterrizaje que pusieron a disposición de los organizadores del tráfico de estupefacientes, como así también la forma disimulada en que debían proceder para ello, creando los estímulos psíquicos necesarios en ellos para que adoptaran finalmente la resolución delictiva, valiéndose de su ascendencia o influencia en los inducidos por su calidad de curandera o consejera espiritual".

De este modo, considera que la acusada impulsó a los dueños del campo a concretar el negocio con la banda de Celis, cuando acudieron a ella para asesorarse, y que su palabra resultó determinante para los hermanos a la hora de decidir el aterrizaje de la avioneta, así como lo sería para otras cuestiones como el trabajo en el campo.

El delito que le imputan a la curandera es el de comercialización de estupefacientes, por haber determinado directamente a los Ghibaudo a cometer el delito. Es decir, la infracción a la ley de drogas, en función de los artículos 45 o 46 del Código Penal: prestar auxilio a los autores del hecho o cooperar de cualquier modo a la ejecución del mismo.

La mujer había sido citada a declarar en principio en calidad de testigo, y luego quedó imputada y detenida en la Unidad Penal N° 6, la cárcel de mujeres de Paraná. Ayer el juez Ríos hizo lugar al pedido del abogado defensor, Guillermo Vartorelli, del arresto domiciliario.

Durante la declaración indagatoria, sostuvo que las charlas mantenidas con Ghibaudo no tienen ninguna relación con el tráfico de drogas, y además aseveró que carece de conocimientos sobre esta actividad delictiva.

Con esta señora, llegan a 17 los detenidos en el marco de la causa que desbarató a una de las organizaciones narco más pesadas de Paraná y que llevaba muchos años traficando grandes volúmenes de marihuana. En los próximos días, Ríos resolverá acerca de la situación de cada uno: puede procesar, dictar la falta de mérito o sobreseer.

Mientras tanto, el concejal de Paraná por Cambiemos, Pablo Hernández, fue citado a declarar para hoy en el Juzgado Federal de Paraná, en calidad de testigo, ya que aparecería en alguna conversación de las escuchas telefónicas que constan en el expediente y podría tener información importante al respecto para el esclarecimiento de la causa. (Fuente: Uno Entre Ríos).


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