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“LOS ARQUEROS TENEMOS QUE SER MEDIO KAMIKAZES, PORQUE MUCHAS VECES TE CHOCAN O TE LASTIMAN”


La vida deportiva de Juan Maldonado transcurre por dos carriles igual de apasionantes. Por un lado es un destacado arquero de fútbol y por el otro, se desempeña como árbitro federativo de básquet. Confiesa que a pesar de la enorme responsabilidad que le ocupa como juez de intermedias y primera división de FBER, además de ser el fundador de la escuela de árbitros de básquet en nuestra ciudad, el fútbol siempre le quitó el sueño y a la hora de elegir una disciplina se queda con los guantes de arquero, actividad que le deparó muchas alegrías defendiendo los arcos de los clubes ADEV y Parque. En esta entrevista junto a EL PUEBLO, recorrimos su trayectoria como guardavallas.

- Dentro de tu corazón, ¿qué porcentaje ocupan el fútbol y el básquet? 

- En el sentido de lo profesional, el arbitraje de básquet es una hermosa actividad a la cual me adapté y me gustó mucho, comencé en ella gracias a un querido amigo que ya no está entre nosotros como Miguel Barón; pero el fútbol es cien por ciento pasión en la familia Maldonado, porque desde mi viejo para abajo, principalmente los varones, lo mamamos. 


- ¿Cuándo comenzaste a practicar deportes?

- De chiquito, a los 6 o 7 años, íbamos a jugar al fútbol con los amigos del barrio, a un campito que estaba ubicado detrás del club Parque (frente al Supermercado Itatí) y a otro que se llamaba Simón Bolívar. A veces también solíamos ir al “patio de hojas” del Colegio Nacional. Cuando oscurecía, mi viaja salía a buscarme y ya sabía que en alguno de esos tres lugares me iba a encontrar. Camilo Sánchez me había hecho la planilla para jugar en Barrio Sud, se la di a mi viejo para que me la firmara y por supuesto nunca lo hizo. Y más adelante, a los 12 años, Carlos De Meyer me vio jugar en el Colegio Nacional, fue a hablar con mi viejo y lo convenció de ficharme en ADEV. Entonces me llevaron a la escuelita de fútbol infantil que había empezado a armar “Pirulo” Colonessi y me inscribieron. Arranqué en 5° y 4° división, después de salir campeones en 4° en el año 96´, ya alternaba algunos partidos en reserva y primera con el “Mono” Sergio Del Prado y en el año 97´ ya empecé a atajar en la primera de ADEV. De chiquito también practiqué básquet y vóley pero el fútbol siempre fue nuestra gran pasión familiar. 



- ¿A qué arqueros mirabas y de quiénes aprendiste cosas?

- Me gustaba mirar a todos, no tenía a uno sólo como referente: El “Flaco” Aldo Hualde, también “Joselo” Barhich, que cuando ADEV lo llevó de refuerzo para el Regionalito, lo miraba entrenar y era tremendo, realmente me motivaba mucho. Lo admiraba también a Ricardo Gandolfo, un fenómeno, al “Caio” Ricardo Carulla, el arquero más ganador de la historia de ADEV, su hermano el “Chino” Ramiro, otro monstruo. Yo los observaba y trataba de copiarles distintas cosas, como achicar, salir a cortar, hablar con los defensores, pegarle con el pie a la pelota. Creo que esta última fue una de mis principales virtudes, porque sacaba y la mayoría de las veces la recibía el compañero que estaba libre de marcas. Siempre consideré que en La Argentina tenemos a arqueros para tirar para arriba y cualquiera puede atajar en las mejores ligas del mundo. 


- ¿Sos un arquero de baja estatura, esto modificó tu forma de atajar?

- Como me gustaba atajar adelantado, salir jugando con el pie, anticiparme a la intención de los delanteros, le daba confianza a mis compañeros defensores para que me dieran la pelota hacia atrás que yo salía jugando con el pie, porque era un loco en ese sentido, trataba de no revolearla y esa era una de las virtudes que tenía. Pero el defecto mío era que cuando me veían adelantado, al ser un arquero bajo, me la tiraban por arriba y como dicen todos, el arquero muere colgado. Y me pasó varias veces lamentablemente. 


- El arquero tiene que tener mucho temperamento y al mismo tiempo ser temerario. 

- Sí, eso me decía siempre mi viejo, que si salía mi objetivo tenía que ser la pelota, no me tenía que importar si adelante estuviera un delantero del equipo rival, un compañero defensor o el árbitro. El fin era llegar y atrapar la pelota, por más que en ese camino me golpearan de cualquier forma. Es verdad eso de que los arqueros tenemos que ser medio kamikazes, porque muchas veces te chocan o te lastiman. Cuando uno va a cortar un centro bien arriba por ahí se te meten abajo del cuerpo, te golpean las costillas con la cabeza, con los brazos o te pueden hacer dar una vuelta en el aire y caer mal. Tuve una de esas en cancha de Deportivo Villaguay jugando para Parque y estuve 5 minutos tirado e inconsciente. Pero son las leyes del juego en la vida de un arquero. 




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- Luego de varios años en tu querido club ADEV, pasaste a Parque y lograron el título casi 40 años después del último campeonato conseguido por la institución “alba”. 

- Sí, después de atajar 8 o 9 años en ADEV (donde también me di el gusto de ser campeón), llegó un DT al cual no le gustaba mi estilo, le pregunté si había posibilidades de jugar en reserva, me dijo que sí, yo iba a practicar las tres veces por semana, me tenía que cruzar todo el pueblo para estar en la cancha de ADEV y nunca falté a un entrenamiento, pero no sé por qué circunstancia llegaba el domingo y no me citaba. Traté de averiguar las razones del por qué a algunos jugadores del riñón de ADEV no nos iban a tener en cuenta y no supieron contestarme. La cuestión es que nos comunicaron eso entre otros a José Luis “Pachón” Bentos, un ídolo histórico de la institución y a mí. Entonces, como mi viejo había asumido en Parque como director técnico, nos pidió a ambos. Ahí surgieron un montón de trabas para no otorgarnos el pase. Primero habían pedido jugadores de básquet a cambio de nosotros, después pidieron ladrillos y más tarde tres vaquillas. Nunca me voy a olvidar que Héctor “Tono” Larragueta fue a una reunión y les dijo: “Muchachos, si ustedes no los van a tener en cuenta, no seamos mala gente y démosle el pase porque estos jugadores dieron lo mejor para la institución y no podemos actuar así”. Fue gracias a la actitud del “Tono” que nos autorizaron a ir. En el Apertura con Parque salimos últimos con 1 sólo punto. Jugábamos bien pero errábamos muchos goles, nos convertían y perdíamos. Pero en el Clausura conseguimos un par de buenas victorias en el arranque y el equipo se potenció. Obtuvimos el torneo en forma invicta y justo nos tocó jugar un partido decisivo contra ADEV en cancha de Deportivo. Ganamos 1 a 0, fue algo inolvidable para nosotros y muy emocionante para la gente de Parque, que hacía 38 años que no conseguía un título de campeón. A los 3 minutos nos cobraron un penal en contra y lo fue a patear Nolberto Delgao. Mi viejo había dirigido durante 16 años a ADEV y como él mismo lo decía, conocía a los jugadores “como a mis hijos”. Por lo cual, “Papi” me dijo exactamente para dónde iba a patear el penal y se lo atajé. Todo podría haber cambiado si ellos se ponían 1-0. La verdad, nos dolió un poco con “Pachón”, pero lamentablemente estábamos defendiendo otros colores y fue una especie de revancha, porque después de obtener el triunfo mirábamos el banco de suplentes de ADEV como diciéndoles “Mirá como se equivocaron con nosotros”. 

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