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PARIS NO ERA UNA FIESTA. Por Mario Daniel Villagra


“El Estado pagará”, dice el meme con la cara de E. Macron. Circuló inmediatamente por las redes sociales luego de las medidas anunciadas el lunes 16 de marzo. 

Con aire de crónica, diría que París volvió a ser de los parisinos y de los habitantes temporales, pues no se ven los turistas en las calles. De hecho, los pocos que quedan siguen varados en los aeropuertos o subalquilando algún departamento vacío, lo cual llevará cuestión de días para que se solucione. Quienes ahora ganaron las calles son los militares y las fuerzas policiales, nacionales o municipales, en tren de prevención y control contra esta “guerra contra el coronavirus", como dijo el lunes 16 Emmanuel Macron, jefe de estado francés.

La gente puede salir de sus hogares, sí, pero con una “attestation de déplacement”, sea por motivos de salud, para hacer un deporte individual y no lejos de casa, ir a la farmacia, pasear el perro o ir al trabajo, de no ser que pueda trabajar desde casa, como muchos lo están haciendo.

Volviendo al lunes, los anuncios del presidente Macron se pueden reagrupar en tres:

- Salud y educación: Los establecimientos educativos, en todos los niveles, fueron cerrados, salvo guarderías y escuelas para ayudar a los profesionales de la salud; a los cuales se le suma un hospital de campaña fuera de París, en una de las zonas con mayores casos. De hecho, hoteles y taxis han quedado a disposición de los profesionales de la salud, para posibilitar el descanso y el desplazamiento necesario.

-Prevención social: Restricciones para salir de la casa y la prohibición de reuniones, incluso familiares, al menos por 15 días. Cierre de las fronteras de la Unión Europea durante 30 días y suspensión de todos los espacios culturales o de recreación social. La segunda vuelta electoral, que elige el alcalde de París, pactada para el domingo 22, quedaron suspendidas.

- Políticas-Económicas: 300.000 millones de euros en ayudas para las empresas y un fondo de solidaridad financiado por el Estado, con lo cual se apaleará el cese de pago de alquileres e impuesto por parte de las empresas; en suma, “nadie se quedará sin sus recursos”, dijo Macron. Y, por último, quizás una de las más importante y que pasó desapercibida ante tantos anuncios, fue la suspensión de la reforma de las jubilaciones, que había generado una huelga histórica, comenzada el 5 de diciembre de 2019 y que se mantuvo por más de un mes; que se vio fortalecida por la presencia de los Chalecos Amarillos ---que, dicho sea de paso, se manifestaron de todas maneras el sábado 14. Todo hasta, a excepción de los anuncios con fechas, es hasta un nuevo aviso.


Metafórica y paradojal


Ahora, con tono de opinión, digamos que París no es una fiesta y el mundo tampoco. Sin embargo, supongamos que lo es y que todos estamos invitados a participar; alguien tiene que pagar: no nos equivoquemos, por más que pague el Estado, el dinero que se utiliza es producto de las ganancias que producen los trabajadores, asalariados o no, y su trabajo creador, recaudado por el Estado mediante impuestos y el pago de los servicios.

Entonces, cuando Edgar Morin, filósofo francés, en una nota titulada “Lo que el coronavirus nos está diciendo”, asegura que la situación “revela, una vez más, nuestra interdependencia”, lo que hay que agregar es que esa interdependencia, llamémosla así, siempre existió; al menos desde que el ser humano, con su trabajo creador, pudo pescar e intercambiar el fruto de su esfuerzo por un pan, o un zapato, con otros creativos hombres, que también se hicieron de esa “cosa” con sus manos y su pensamiento puesto en función de la sobrevivencia.

Lo que no es del orden estrictamente humanos, y esto hay que volver a decirlo, una vez más, es que la explotación del hombre por el hombre, el intercambio desigual y los flagelos evitables, son producto de un grupo de hábitos, prácticas y lógicas propias del sistema-mundo-capitalista. Todas las sociedades se encuentran, y las Naciones, dentro de estas lógicas, hábitos y prácticas, hasta las que han querido escapar, individual y colectivamente, de ellas, y que son también producto de la interdependencia, pero con una distribución desigual y no equitativa.

De manera tal que, ante esta crisis que se suma a las múltiples crisis de un sistema estructuralmente en crisis, como dice Morin, “la respuesta sólo puede ser de solidaridad y una respuesta planetaria”, con redistribución y devolución de las riquezas generadas; comenzando por pensar la salud y educación ---como si fuera el dilema del huevo o la gallina---, que implica la relación con la tierra; de los seres con los seres; la relación del trabajo humano con el trabajo remunerado; el rol de los Bancos, los grandes cerebros, ganadores netos en tiempos de corridas financieras, y que ahora se esconden bajo la mesa, no sabemos si por el Coronavirus o para que no los veamos y sean anunciado en la fiesta; me gustaría sacarlos a bailar con sus fundaciones benéficas puestas.

Volviendo a Francia, al Unión Europea y el Mundo, gran parte de las medidas de Macron no sorprenden a una parte de la población, pues este país experimentó el paso del socialismo en el poder del Estado; las ideas Socialistas, con mayúscula, siguen en pie, y hoy más que nunca. Pues, queda en evidencia que el problema de la época es: la construcción se relaciones humanas que evolucionen hacia otro tipo de sociedad, que transformen lógicas, hábitos y practicas capitalistas, liberales y de libre mercado; basta ver lo paradójico que es escuchar a ciudadanos Británicos dando gracias al sistema de salud de Cuba, sabiendo que ellos tienen un Primer Ministro, Boris Johnson, el cual dijo que había que dejar pasar el Coronavirus y que la población creara anticuerpos, con tal de no perder una Libra de ganancia para su clase empresarial.

En síntesis, el austriaco Iván Ilich decía que “no existe reforma social —agregaría científica— sin signo político”, por eso es importante pensar el quehacer como ciudadanos civiles. Así mismo, que para los años 2000, que ya nos lleva por su segunda década, “a medida que un individuo se haga más maduro y capaz, se intensificará su educación formal, convirtiéndose ésta en una actividad de adultos, más que de jóvenes”. Entonces, ya es hora de salir de esa minoría de edad, esa adolescencia en la que perecemos. Porque oportunidades para evolucionar y transformarnos como personas, tenemos todos los días; pero oportunidades históricas para hacerlo como sociedad y humanidad, igual a ésta…

Fuentes: rfi.fr , lavanguardia.comclimaterra.org 

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