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Hermanas. 8 DE MARZO O UNA GENEALOGÍA DE NUESTRAS REIVINDICACIONES

Casilda Cundumí insurrecta y liberta.


 Mientras escribo este texto, pienso en todo lo que puede significar la conmemoración del 8 de marzo, más allá de los estereotipos, las flores, la mística sobre una feminidad que no existe o al menos no de una misma manera ni social ni culturalmente. Por eso, definirse, siendo mujer, nunca ha sido fácil. Y tampoco es que se trate de definir un universal alrededor de las mujeres, que son muchas y diversas.

O que lo digan nuestras antecesoras del Protofeminismo y cada mujer a lo largo de la Historia, que intentó ir más allá de los estereotipos, las leyes y las religiones para reclamar su lugar político, social, económico y cultural en una sociedad profundamente sexista.

Por eso, escribo con la brújula que me dan los múltiples lugares de ustedes, mis lectoras y hermanas alrededor del mundo, pensando en que los derechos de nosotras, las mujeres, deben ir acompañados de una mirada interseccional de etnia, clase y género.

Con todo, es necesario hacer memoria de nuestras luchas, porque al fin y al cabo conmemorar el 8 de marzo como día internacional de las mujeres es volver sobre una cronología vital, de lucha y resistencia, de fuerza y coraje que nuestras ancestras vivieron y legaron para las siguientes generaciones. Entonces, hoy escribo desde la savia vital que me entregaron mi madre, mis abuelas y bisabuelas, pero también esas otras aliadas intelectuales y cotidianas que se convirtieron en una suerte de nueva familia espiritual; profesoras, amigas, teóricas, poetas, artistas, etc.

He pensado también que la memoria, la escritura y la lucha son sostenidas por hilos invisibles a través de nuestras parcializadas historias en el mundo y en Latinoamérica. Y desde ahí, de decidido que el género epistolar, con su tono de confesión, me permitirá, nos permitirá, revincularnos con todas esas antecesoras históricas e incluso con algunas contemporáneas que continúan en la lucha por reclamar cada centímetro de dignidad en un mundo cada vez más precarizado por el capitalismo salvaje, los estereotipos de clase, género y etnia, así como las tantas violencias que nos siguen azotando. Mi genealogía de mujeres significativas es limitada y claramente, incompleta, como la visión y la experiencia es, en términos subjetivos en general, por lo que, yo las invitaría a completarla con cada relato sobre una predecesora que, desde cualquier lugar del mundo, luchó por hacer de su rincón algo más digno.

"Tu silencio no te protegerá" (Audre Lorde)

Querida Olympe de Gouges, ¿Cómo fue que terminaste en la guillotina cuando reivindicaste los derechos de las mujeres?


Siempre fueron tiempos peligrosos para quien no creyó en las primeras promesas de una revolución sin nosotras. Lo supiste bien, cuando en 1791 respondiste con la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, afirmando la igualdad entre los derechos de las mujeres y de los hombres, pues finalmente todos éramos ciudadanos, que fueron tus pensamientos, tus palabras y tus convicciones.

Sin embargo, Robespierre nunca lo entendió así. Ni él ni tus camaradas de la revolución. Luego vino lo otro: la carta Pronostic de Monsieur Robespierre pour un animale amphibie, que escribiste, pues era necesario argumentar lo evidente, que debíamos ser parte de la nueva nación, que sin nosotras la revolución estaba incompleta…

Finalmente, la historia llegó con todo el peso de lo que todavía debía seguirse luchando: acusada de sedición, fuiste juzgada y guillotinada.

Tu vida y reivindicaciones nos dejaron la mejor lección: el feminismo debe ser crítico de todo sistema, de toda revolución, pues el sistema está basado en opresiones, en tu caso por tu género, pero bien sabemos que vendría ese otro lado de la moneda: las otras opresiones, por ser mujer, de otra etnia y de otro posicionamiento del deseo que no fuera el blanco, de clase media o alta y heteronormativo.

A ti, valiente Harriet Tubman: abolicionista temprana


Podrán haberte dado latigazos, venderte muchas veces, maltratarte al punto de casi perder la vida, negarte el derecho a ser libre, pero nunca, el deseo de afirmarte como ser e ir en busca de la libertad, no sólo para ti, sino para otros. Te convertiste en una leyenda, llevando a otros a una tierra prometida sin la aparente sombra de la esclavitud. Corrían tiempos peligrosos, antes de la abolición en los Estados Unidos. De manera que pensar en ti hoy, es pensar en lo que harías por las inmigrantes que salen de sus países por la violencia y la pobreza extremas, volver a ti, significa verte en todas esas mujeres en las que vives y que, a pesar de los muros, saltan más allá de las opresiones.


A las libertadoras en nuestras revoluciones: a ti, Manuelita Saénz


Que vestiste por igual trajes de salón de baile como uniformes de generala, que luchaste por la independencia de nuestra América y por ello, nunca hubo dudas sobre la libertad que debíamos tener las mujeres entorno al matrimonio y al norte de nuestras vidas. Sea como joven rebelde en Ecuador, como libertadora en Colombia en 1823 o como anciana custodia de nuestra historia en Paita, tu recuerdo levita todavía en la memoria.

Casilda Cundumí, palenquera tenaz


Pocos saben en estos juegos de las historias oficialistas, a los que todavía asistimos en Colombia, que como Benkos Biohó, también congregaste a muchos esclavos para formar un palenque, una tierra de libertad en Palmira en pleno siglo XIX, en el momento más álgido de la abolición. Tu fuerza y valentía se seguirán transmitiendo de generación en generación como hálito de coraje y dignidad.

A Dandara, quilombola rotunda


Cuando pensamos en quilombos brasileros, aparece casi instantáneamente el nombre de Zumbi dos Palmares, tu compañero en la lucha y el amor; con todo, tu nombre, quedó eternizado en la defensa del quilombo y de la libertad en el temprano siglo XVII, dejando un legado de lucha y resistencia al preferir la muerte a ser apresada por los portugueses en ese fatal 6 de febrero de 1694.

A Luisa Mahin, insurrecta en la revuelta de los Malês:


Mejor conocida por la novela de Ana Maria Gonçalves, Um defeito de cor (2006), con la impetuosa narradora Kehinde y su diáspora desde África hasta costas bahianas. Ubicada en la historia como madre del escritor abolicionista Luís Gonzaga Pinto da Gama, a pesar de haber sido un personaje histórico clave en la Revuelta de los Malês, en cuya casa se gestaron varios de los planes para llevar a cabo la insurrección. Nagô de nacimiento y del Golfo de Benin, tus raíces nunca fueron olvidadas.


A Annie Kenney y la enorme belleza del sufragismo


No dudaste en escoger la cárcel antes que dejar de exigir el sufragio para todas nosotras. Obrera, luchaste hasta la aprobación del voto en 1918 en Reino Unido, nunca dejaste de diseminar tu mensaje por los derechos y las garantías de las mujeres.



"Annie Kenney: No dudaste en escoger la cárcel antes que dejar de exigir el sufragio para todas".


Porque no todo ocurre en los centros de poder: a ti, Betsabé Espinal

Insurrecta en aquella fábrica textil de Medellín (1920) y retratada por la novela de Ángela Becerra Algún día, hoy (2019), tu dibujo más fiel, sea quizás esa imagen de una hilandera de 23 años liderando a 400 obreras y logrando que la fábrica cerrara por más de un mes. Aguerrida y firme frente al rechazo de las catorce horas laborales, el hecho de trabajar descalzas y de ganar cuatro veces menos que los obreros, tus luchas serán recordadas como el comienzo de la igualdad laboral en Colombia.

A Eva María Duarte y la fuerza que surge desde los márgenes:


Nunca aceptada del todo por tu origen humilde, luchaste junto a otras hasta conseguir la aprobación del voto femenino (1947). Así mismo, lograste equilibrar los derechos entre hombres y mujeres frente a la patria potestad de los hijos, además de muchos avances en materia de derechos sociales y laborales en Argentina. Tu voz y tus ideas seguirán en la boca de muchas mujeres argentinas que continúan firmes en la lucha por un país justo.

A la aguerrida Ángela Davies: el latido afro y feminista en los Estados Unidos


Tu voz no ha cambiado desde el reclamo de las Panteras negras, los días de huida de un estado opresor y racista. Pensar desde los bordes, entre la raza, la clase y el género… No fue algo que se te ocurriera al acaso: algo surgió entre los viajes, los crímenes raciales de amigos y lejanos, la filiación al partido comunista, las lecturas y conferencias de Adorno y Marcuse, la prohibición de enseñar en universidades (1970), la militancia, la prisión… El reclamo sigue vigente.

A una poeta en búsqueda de la propia voz, a Audre Lorde:


Todas las mujeres no pueden ser iguales, así que, en sus diferencias, en esas polaridades yace una interdependencia dentro de la igualdad y frente al poder para habitar el mundo y afirmarse… Ni heterosexuales ni blancas ni de clase media o acomodada eran las únicas maneras de ser y habitar el mundo. La vida siempre fue red de experiencias, como lo dijiste tantas veces en la Berlín de 1984, cuando proclamabas que “Las herramientas del amo nunca desmontan la casa del amo”. Sensatez teórica y poética, que sigue resonando en tu poesía a través del tiempo: necesitamos definirnos para que los estereotipos, el sistema capitalista, los medios de comunicación, etc., no acaben con nuestras subjetividades.

A Silvia Cusicanqui


Estábamos a mediados del año 2017 cuando te escuché por primera vez en mi ciudad natal, Cali, cuando insistías en contaminar a nuestros hombres de feminismo, de solidaridad y de reconocimiento de nuestro pasado amerindio.

Había que bucear en tu historia, pues eras descendiente del Inca Tupac Yupanqui y creadora del concepto Lo ch'ixi (2010) en el que combinabas el mundo indio y su opuesto, la coexistencia paralela de múltiples diferencias culturales que no se extinguen, sino que se antagonizan y se complementan entre sí. En tiempos de golpe de estado en Bolivia, de biblias y de militares reemplazando a la democracia, volver sobre tu pensamiento es respirar libertad.

A Sumak Bastidas


De origen Puruhá (Ecuador), cantas la memoria ancestral en tu lengua originaria, kichwa, en la que no se permitía hablar y menos cantar, porque el racismo era y sigue siendo una realidad. Ahora cantas a las mujeres indígenas como heroínas contra la servidumbre, contra la opresión, enseñándonos que el arte, a pesar de todo, tiene un potencial de resistencia y lucha.

A Marielle Franco: La lucha continúa


Siempre te declaraste como feminista y como mujer de favela, hiciste escuchar tu voz desde la agencia política, luz que permitió pensar en las condiciones de los doblemente oprimidos, por su raza y por su género, en un Rio de Janeiro atravesado por las balas y la violencia estatal. Tu voz, no se apagará tan fácil, mientras vivas en cada joven que se levanta contra la injusticia social.

La historia tiene puntos suspensivos, hermanas. ¡Vamos a continuar reescribiéndola! ¡Qué vivan y se renueven las revoluciones feministas ayer, hoy y siempre!



Texto escrito por la hermana Juana Sañudo Caicedo, joven mujer colombiana, profesora de la red pública en su natal Cali y Doctoranda en Estudios de Literatura en São Carlos -SP- Brasil


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