Foto: Archivo, ilustrativa |
Nada más
placentero cuando, en las mañanas de verano, agobiados por el calor molesto e
incomodo, accedemos de pronto a una calle con árboles y cómo cambia la
temperatura con la fresca sombra y alguna bienhechora brisa.
Pero
lamentablemente en más de una oportunidad he visto no un árbol enhiesto y
robusto sino lo que queda de él. Cuántos vecinos desaprensivos.
He observado que
en otras ciudades de nuestra provincia y país esto no es común y existen ejemplares
de gran porte y edad que fueron a su vez protegidos seguramente por
disposiciones que son respetadas por los ciudadanos.
Deberíamos
aprender de ellos los villaguayenses y en lo posible no talar mas árboles que
nos brindan los beneficios que todos conocemos. No sólo estaremos cuidándonos entre
todos sino también contribuyendo a evitar o al menos disminuir el calentamiento
global que tanto daño está causando a las actuales y a las futuras generaciones.